domingo, 23 de marzo de 2014

Ahí dónde todo comenzaba...



No sé por dónde empezar, me ha costado mucho trabajo ordenar mis sentimientos y pensamientos para darle el significado que posee el 'aquí  y ahora' de mi vida.


Me voy, me voy a vivir, me voy a encontrar, me voy a crecer, pero sobretodo, me voy a coleccionar historias, momentos y aprendizajes. Mi felicidad no dependía del destino, sino que lo englobaba un todo interrelacionado, es decir, la magnitud del significado que le estaba poniendo a mi viaje, cobraba su poder en mis ganas de tener esas experiencias que van implícitas a la hora de colgarte una mochila a los hombros y dejarte marcar por el ritmo del camino.


¿Are you ready for travel?

Unos días antes de partir a Cancún mi cuñada me regalo la blusa que enseña mi foto y sabía que con ella quería marcar mi partida. En el inicio sólo contaba con un billete con destino a Madrid, sin fecha de regreso; con la ausencia de itinerarios, reservaciones o planes seguros sobre el viaje. No había nada que no fuera ilusión, ganas, pasión y claro también un poco de nervios al no tener nada preparado, pero decidí que las certezas eran para otro momento.

Un día antes de llegar a Cancún no contaba con un lugar en dónde pasar la noche, así que por primera vez hice Couchsurfing. Oliver, nuestro anfitrión se ofreció a recibirnos en su departamento y ponernos a disposición una habitación con baño adornada por una vista preciosa al mar; todo eso a cambio de nada, así como suele hacerse en esta modalidad.

"¿No esto es increíble?", me lo repetía en mi cabeza a cada momento, lo estaba saboreando todo, pues para mi ya había pasado demasiado todo en un solo día.

Desde que cogí mi vuelo sola de Guadalajara a Cancún, me topé en la fila para subir al avión a una chica alemana que había venido a visitar a sus amigos, luego de haber estado 7 u 8 meses de intercambio viviendo en Guadalajara. Me senté con ella y en cuanto cruzamos el primer saludo, ya se abría camino a una larga, agradable e inolvidable charla. Ahí estaba ella, como mi primera experiencia. Nos platicamos todo sobre nuestras vidas durante el camino, estábamos llenas viajes, amor, vida, culturas y sueños. Nos reímos, bromeamos y de pronto ya se había convertido en alguien especial, pues ignauró mi viaje: mi momento. Fue parte de esas historias que el destino se arregla para poder contar y disfrutar.

A partir de ahí, hicimos un equipo, era como si viniéramos viajando juntas desde mucho tiempo atrás. Llegando al aeropuerto, tomamos juntas un camión con rumbo a la estación del ADO y nos despedimos esperando volvernos a encontrar en Alemania.

Oliver mi anfitrión, que hasta ese momento solo era un desconocido que se ofreció a recibirnos en su departamento, se dispuso a pasar por mi a la terminal para facilitarme la llegada hasta su departamento y así fue. Nos confío las llaves de su casa para poder entrar y salir cuando quisiéramos y yo me comenzaba a sentir como había anhelado gran parte de mi vida: al filo de la aventura mochilera...

Scarlet.