viernes, 17 de octubre de 2014

Mi primera vez de mochilazo.



Pude haber elegido viajar de otra manera, de una más cómoda, despreocupada y certera. Pude haber comprado un vuelo redondo en una de las aereolineas más comunes y pagar un precio más alto. Pude haber pagado por un tour para visitar diferentes lugares y hacer de mi viaje algo superficial, impalpable; o simplemente pude haberme pasado meses, o incluso años, planeando un viaje con reservaciones listas, trayectos previstos y con un itinerario perfectamente estructurado, pero no lo hice.
Así como existen miles de formas de vivir, también las existen para viajar y yo elegí la mía. Una que implica más riesgos, pero a la vez más riqueza espiritual y emocional. Una que todavía a muchos les cuesta asimilar, porque vive con adjetivos infundados por el miedo. Una que te acerca a la esencia de la vida y que a una buena cantidad de locos-mis favoritos- les gusta experimentar y hacer de ello un estilo de vida; otros tantos son frenados por el miedo o la incertidumbre que yo también tuve. Fue una manera de viajar que quizá no todos disfrutarían igual.

Así me fui yo, terminé la universidad, me titulé y una semana después me fui. Trabajé algunos meses, vendí mi coche y un buen día compré un ticket a las 3:00 am con destino a Madrid y sin fecha de vuelta. Ese día por poco no dormí del frenesí, parecía que esta vez si llegaría el momento que tanto soñé y luché la mayor parte de mi vida y eso que apenas tengo 22 ¡já!

Descolgué el telefono, estaba apunto de hacerlo, estaba apunto de comprar mi viaje de Cancún a Madrid, me asfixiba una mezcla de emoción con nervios. Mis padres estaban dormidos como la mayoría de las personas, eso quizá también debía estar haciendo yo, pero esa madrugada me ha volcado la vida de una manera maravillosa, así que no, NO debía estar dormida. "Es ahora o nunca" me retumbaban mis voces internas, las escuchaba retarme "¿No que es tu sueño y lo que realmente quieres?", "hazlo, deja de pensar", " si de verdad quisieras te debería de dejar de importar todo". Esta última me caló hondo. Descolgué el telefono, era la hora.

La aerolinea que había encontrado era española y ofrecía compras telefónicas, pero por la diferencia de horario debía llamar en ese momento. Yo desconocia todo acerca de esta aerolinea www.pullmanturair.com/es, lo único que sabía era que pagar 231 euros por un vuelo a Madrid me parecía irreaaal, casí una estafa. Estaba en promo y esa plaza debía ser mia antes de que cualquier otra cosa pudiera suceder. Investigué un poco sobre la aerolinea y cuando lo hice, supe que todo estaría bien. Ahora hasta puedo recomendarla ampliamente, viajaran con puros españoles y el shock cultural lo vivirán desde las filas del aeropuerto a la hora de documentar su equipaje, así que para cuando pisen tierras españolas ya estarán bien aclimatados.

Tanto placer me dominaba que conocí el regocijo de un corazón envuelto en autentica felicidad. Me iba, me iba a hacer el viaje que anhelé. Era momento de embriagarme de libertad y vida, de llenarme de historias y sabiduria. Mi prioridad nunca fueron los destinos sino todo lo que me dibujaría el camino, eso era lo único que me hacia arder el alma e inquietar la sangre.

No sabía nada de este viaje, ¿a dónde voy? No lo sé, ¿cómo es? No lo sé ¿qué voy a hacer? Tampoco lo sé ¿dónde pasaré mis noches? No lo sé, ya me las arreglaré. Eso era lo único que tenía por respuesta, todas las preguntas que me hacía también quedaban libres de ellas. No quise buscarles respuesta aunque los nervios y la emoción me sofocaba. Me mantuve firme y dejé al factor sorpresa hacer lo suyo.

Viajé lento, con pausas  y poco dinero, llevándome de cada sitio la esencia de su gente, hospitalidad, cultura: su manera de vivir. También les pedí prestados los lentes con los que ven la vida para hacerme unos personales.  No prentendí conocer una gran cantidad de sitios en el menor tiempo posible. No se trataba de hacer una carrera para traerme las fotos en los monumentos europeos más emblemáticos. De hecho, a pesar de su belleza, no es eso con lo que me quedo, mis mejores recuerdos son aquellas conexiones mágicas que hice con las personas que coincidí, las nuevas familias que creé,  los reencuentros que tuve, las sorpresas,  las locuras de cada viaje, la sobrevivencia a la incertidumbre del día, las frustraciones, el cansancio, la diversidad de colores, olores y sabores, las muestras de cariño y confianza, la lluvia de inspiración que recibí.

Viajar haciendo couchsurfing, reencontrandote con amigos, haciendo dedo, blablacar, sin tiempos, destinos o itinerarios, puede y tiene sus complicaciones, pero sin duda fue la mejor manera en que pude haber hecho esta travesia europea. Yo me quedo con la sensación de que hice una corta vida  en cada lugar.

La realidad que viví durante esos dos meses fue tan significativa para mi que no me sentía capaz de escribirla, sino hasta ahora después de cinco meses. Ya les contaré en cada siguiente post un poco más...



Scarlet.