martes, 23 de abril de 2013

La cajita de sueños lágrimas derramó


Con las ilusiones hasta el cielo, la fe brillando y la esperanza de amiga, esperaba con todas las fuerzas de mi alma ser yo la que encontrara el sueño en la realidad...

Se trataba de Australia, ese país que desde que tenía 13 ansiaba conocer, gracias a aquellas series australianas que me dedicaba a ver y tanto disfrutaba. Era tanta la fascinación, que advertía con toda certeza a mis padres que cuando fuera grande me mudaría, tendría una casa a la orilla del mar, con adornos de bambú, montones de tablas de surf y sueños cumplidos. Tanta sigue siendo la fascinación, que al decir verdad, esas viejas historias de mi vida en el futuro no han cambiado. Sigo soñando como aquella niña de 13 años, que depositaba todas sus fantasías y jugaba con ellas cada que podía.

 Ahora soy Jacqueline de 21 años con ganas de elevarme al viento, volar, explorar y hasta perderme. El momento casi llega, ese momento que invocaba en el pasado con un: "cuando yo sea grande"...Por un momento creí que estaba por lograrlo, que quizá la noticia de la convocatoria de "Best Job in The World Australia" era una señal, me pertenecía: quería que me perteneciera. Se trataba del trabajo más perfecto- aún dudo en llamarlo trabajo- porque simplemente conjugaba todos los elementos que hace mucho deposite en aquella cajita de sueños y fantasías.

 Australia + viaje +aventura + naturaleza + fotografía + paga + 6 meses =sin palabras, esto es para mi y Dios me lo dijo.

 Fueron tantas las coincidencias, que me vi, lo sentí y hasta lo pude vivir. Apliqué para tal convocatoria dejándome abrir al viento, pensando que no me daría por vencida dejándolo de intentar por la complejidad que ello significaba. Quería sentir que había hecho mi mejor esfuerzo, quería sentir mi lucha sin presidentes y pensando que cualquiera que fuera el resultado estaría satisfecha, por mucho que frenéticamente lo deseara. No paraba de hablar de lo mismo, TODO el tiempo y a todo el mundo que supiera de mi y mis locuras.

Hoy, 24 de abril, era el día en que se resumía toda esa obsesión, el día en que sabría si de 48,000 personas me seleccionarían para formar parte de los 150 nominados para la siguiente etapa de proceso de elección.

Con el corazón agitado, la sangre inquieta y el hormigueo en todo el cuerpo, me asomé a la realidad, a esa lista que recién habían publicado.

"Jacqueline Huerta", "Jacqueline Huerta", "México", "Jacqueline Huerta"... repasaba con los ojos mientras y repetía mi  voz interior con aquellas ganas de ver mi nombre ahí, dentro de todos los que me robaron la posibilidad del sueño. Nunca apareció. Mi fuerza corporal y emocional se obstruyó, mis párpados cayeron junto con mis ilusiones y con la fe desgastada me dejé caer a la cama y comenzó a llover.

- "¿Qué pasó campeona?" -me cuestionaba mi yo, dentro de la humedad de mi desesperanza. -"¿Dónde quedó el optimismo, el espíritu de lucha, tu confianza?, ¿Ya te dejarás caer? " - seguía molestándome cuando sólo quería llorar y sentirme vulnerable por un momento...

No era para mi, no me pertenecía ese lugar, este no es el momento, existen razones que ahora no entiendo y no sé hasta cuando entenderé, pero me quedo con sed, una insaciable, que me hará llegar hasta ese arroyo y beber agua dulce, tan dulce como todo lo que aún sigo guardando en esa cajita. Tan dulce como puede ser no rendirse, caminar sobre el asfalto y disfrutar del camino...