Un regreso que no mostraba razones, un regreso contemplativo, uno de esos en los que no se encontraban motivos en la obscuridad. Parecía asecharme, nublarme los ojos, tomar mi cuerpo y encarcelar mis delirios.
La pasión enemiga más que amiga, de serenidad intranquila y la incongruencia de protagonista colgada en las estrellas. El brillo como vela humeante, flotaba dejando rastro del camino recorrido. Prohibido voltear para atrás – me advertía. Las luces ya se han de encender, atenta que algo está por preludiar...
Scarlet.
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