martes, 17 de diciembre de 2013

Sin reloj.


 
Si no puedo parar el tiempo, me gusta creer que lo hago. Siempre busco la manera; con la mente en blanco, con mi cámara en brazo, meditando o con lápiz y papel.
 
Quizá no tengo un reloj como el de Bernardo capaz de congelar el tiempo y la dialéctica de este mundo, pero he encontrado otras maneras para encapsular momentos, pensamientos, sonrisas, aventuras y tristezas. Las guardo y las coloco en una estantería bonita para, de vez en cuando, pasar a recordarme, observarme y hasta revivirme en ellas. 
 
¿Por qué cuando la pasas bien, surge ese sentimiento de querer abrazar ese momento por la eternidad y no dejarlo ir nunca?, y entonces me contesto que la razón es porque nos cuesta dejar ir: porque me cuesta dejar ir...
 
Scarlet.
 

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