viernes, 24 de enero de 2014

Así es como me lo ha hecho saber.




Hacía mucho tiempo quería escribir este post, pues se trata de una reflexión con la que he vivido los últimos años y que he ido trabajando en la práctica de manera más consiente. La tengo presente la mayor parte del tiempo por la cantidad de cosas que leo y/o escucho en un día cualquiera  y cada que lo analizo caigo al mismo punto.
Estoy segura de que conformaríamos una mejor comunidad humana, si nos miráramos más a nosotros mismos y nos dedicáramos menos a calificar, juzgar, criticar o etiquetar a los demás. Yo sé que la mirada, física y naturalmente, está puesta para ver hacia afuera, es decir, nuestro entorno es lo primero que sensiblemente somos capaces de apreciar, incluso el hombre ha creado objetos como el espejo o la cámara fotográfica para poder observar nuestro reflejo. Sin embargo, mirarnos a nosotros mismos puede significar el acto de designar más energía a conocernos a nosotros, a escucharnos, a mirarnos, pues empezar a ser conscientes de quienes somos, nos ayuda a trabajar con nuestra propia paz, felicidad y a sentirnos armónicos en el mundo.
Queremos un mundo que sea diferente, el ideal que tenemos cada uno en nuestra cabeza, y por tanto, pretendemos cambiar a quienes habitan en él, cuando en realidad sería de mayor beneficio trabajar en ser lo que queremos ser para nosotros mismos y para nadie más. Dejemos de voltear a los alredores con el fin de señalar y mejor hagámoslo con el fin de empatizar y solidarizarnos con los demás. Porque muchas veces la manera en la que percibimos el mundo o nuestra vida, es equivalente a la manera en la que nosotros nos sentimos en él; y empezar a sentirnos bien con nosotros mismos, es el principio de nuestro enamoramiento hacia la vida... o al menos, así es como me lo ha hecho saber.
Scarlet.

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