domingo, 6 de abril de 2014

Amar por lo que es...



Tübingen, Baden-Württerberg, Alemania. 
Fotografía por: Aaron Kintzi.

Ahora que me encuentro de viaje personas cercanas a mi me hacen preguntas acerca de cada sitio que he visitado las últimas semanas, y así como nos han enseñado desde pequeños a emitir comparaciones, existe la curiosidad de saber cuál lugar es el más interesante, bonito, divertido, recomendable o simplemente el "mejor".

Nunca he estado de acuerdo con las competencias ni las comparaciones en ninguno de los aspectos de la vida, pero gracias a que tenemos estas costumbres tan arraigadas y tan bien aprendidas termino conflictúandome conmigo misma, debido a que yo también intenté hacer mis anotaciones mentales y sensoriales sobre cada lugar que he estado pisando con el fin de concluir, jerarquizar y resaltar la belleza, importancia o magnificencia de un solo lugar sobre los demás.

Encontrar respuesta definitiva para saber cuál lugar es el mejor o el que más me gustó, hasta ahora me resulta muy difícil, es como si me pusieran a elegir entre algún miembro de mi familia y me preguntaran:"¿a quién quieres más?"  o al menos así lo siento, pues me siento parte del mundo y creo que amo cada lugar por lo que tiene y por lo que no, por sus variaciones, por su gente multicolor, por sus aires, por lo que cuentan y han visto; porque cada lugar me deja una sensación distinta, una amistad nueva, una energía, un pensamiento, motivación o reflexión diferente; no mejor ni peor, sólo diferente. En formas variopintas esa diversidad crea un todo divino en la historia de esta aventura y de la vida en general.

Es entonces cuando me doy cuenta que la opinión que pueda dar o emitir acerca de cualquier lugar, cultura o nacionalidad, pueda resultar peligrosa para cualquiera que quiera apropiársela para emitir algún juicio o actuar en función de ella, pues hay una carga fuerte de significados de por medio en mi experiencia que moldean mi opinión. Porque a final de cuentas, no se trata de los lugares, pueblos, ciudades o países, si no de la manera en que nos toque vivirlos y estemos dispuestos a disfrutar de ellos.

Scarlata.


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