Siempre he creído que compartir es como hacer efectivo el valor del dinero, pues sólo cuando lo intercambias por un producto o servicio logra cobrar su valor, porque el papel en sí mismo no sirve de mucho. De esta manera, considero que sucede algo parecido con la vida y sus accesorios; todas esas experiencias, aprendizajes, sentimientos e ideales cobran vida en el frenético impulso por compartirlo.
Basta observar nuestro alrededor, continuamente estamos intercambiando letras, palabras, charlas; asistimos a la escuela desde pequeños a que el docente nos comparta sus conocimientos; los artistas hacen música, poesía, danza, pintura, escultura, cine y literatura para compartirla al mundo, inspirar y en menudas ocasiones también para vender, pero ¿y qué? a fin de cuentas está siendo compartida. Buscamos a las personas para compartir con ellos algunos momentos, existen los noviazgos y los matrimonios para, igualmente, compartir la vida con alguien más y los ejemplos podrían seguir.
Parece ser que existe una fuerte satisfacción al compartir todo aquello que hacemos, pensamos o sentimos, y yo no estoy exenta a esta acción, así que me complace compartir por este medio aquello que me gusta hacer y que en su mayoría serán fotografías.
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