martes, 10 de enero de 2012

Un atardecer estrellado.









Jamás había dedicado una tarde playera a cazar estrellas de mar, y debo decir que me devolvió el éxtasis. Fue como ver una lluvia de estrellas, pero en la orilla del mar, medio enterradas y como jugando a las escondidas entre ellas. (yo me invité a su juego)

La puesta de sol adornando el placer de mi aventura y también dediqué varios minutos a jugar con el sol, posaba y se divertía conmigo.

Estas son fotos de esas que no planeas, en las que no buscas vestuario ni locación; no existen pruebas de iluminación ni modelo humano por maquillar. Lo defino como regalos de la naturaleza que con suerte y una cámara puedes convertir en memorables fotografías.

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