martes, 25 de noviembre de 2014

Sin luz.



Mi cabeza va rápido, pasa de un pensamiento a otro, trata de encontrar respuestas, respuestas que le signifiquen paz, que le pinten un camino para seguir. Lo tengo claro, estoy pensando más la vida que viviéndola y eso me crea nudos de ansiedad en las manos, en todo el cuerpo. Soy consciente de mis sensaciones, converso conmigo todo el tiempo, buscándome, pero sigo sin conseguirlo.

Siento que no  he parado, que he estado avanzando, voy en carretera de noche, conduzco sin luz, sin poder apreciar los paisajes por los que transito. No sé que hay más adelante, manejo temerosa, insegura, llena de dudas, no sé a dónde voy. No puedo ver. A veces pienso en parar y mirar un poco, pero no estoy segura, puede ser peligroso porque en la oscuridad seguiría sin ver nada. No puedo decidir por dónde ir, mientras no haya luz, mientras no se me haga de día. Así está mi interior oscuro, confundido, aturdido, necesito encontrarme y encender la vela y poder mirar; mirar lo que hay adentro y cuando pueda ver iré a cogerlo, iré por eso. Eso que no distingo con exactitud, pero que está latente, en cuanto pueda verlo lo reconocería.

Scarlet.
  

domingo, 2 de noviembre de 2014

Son 23.





Fotografía por: Geimar Hernandez.

Hoy cumplo 23 años en el mundo y las cosas han cambiado, yo he cambiado. Algunas veces como hoy siento mucho amor en el pecho, en el cuerpo, en el alma. Me siento presa de mi propio amor, de este que siento hacia la simplicidad, hacia mi familia, hacia mis amigos, hacia mi. Porque estoy saboreando lo intimo, lo limpio, lo mágico de vivir el presente. Así me siento en este instante que escribo, mágica, llena de amor, con ganas de esparcirlo todo, de que sea visto, tocado y vivido. Porque sentirte llena de serenidad dentro de la simplicidad de tu realidad, en el contacto con el viento, te vuelve eterna: infinita. Estoy ligera y hoy me expando, vuelo despacio, suave y con ritmo. 

Tengo 23 años y estoy completa, con dudas, con la sensibilidad a pulso, cargada de emociones, llena de noches y días, con todo y todo, hoy la armonía festeja junto conmigo de una manera melódica, tranquila y exquisita, es un día en que quiero decirle a la vida, al universo, al creador: … ¡Gracias!


Scarlet.

viernes, 17 de octubre de 2014

Mi primera vez de mochilazo.



Pude haber elegido viajar de otra manera, de una más cómoda, despreocupada y certera. Pude haber comprado un vuelo redondo en una de las aereolineas más comunes y pagar un precio más alto. Pude haber pagado por un tour para visitar diferentes lugares y hacer de mi viaje algo superficial, impalpable; o simplemente pude haberme pasado meses, o incluso años, planeando un viaje con reservaciones listas, trayectos previstos y con un itinerario perfectamente estructurado, pero no lo hice.
Así como existen miles de formas de vivir, también las existen para viajar y yo elegí la mía. Una que implica más riesgos, pero a la vez más riqueza espiritual y emocional. Una que todavía a muchos les cuesta asimilar, porque vive con adjetivos infundados por el miedo. Una que te acerca a la esencia de la vida y que a una buena cantidad de locos-mis favoritos- les gusta experimentar y hacer de ello un estilo de vida; otros tantos son frenados por el miedo o la incertidumbre que yo también tuve. Fue una manera de viajar que quizá no todos disfrutarían igual.

Así me fui yo, terminé la universidad, me titulé y una semana después me fui. Trabajé algunos meses, vendí mi coche y un buen día compré un ticket a las 3:00 am con destino a Madrid y sin fecha de vuelta. Ese día por poco no dormí del frenesí, parecía que esta vez si llegaría el momento que tanto soñé y luché la mayor parte de mi vida y eso que apenas tengo 22 ¡já!

Descolgué el telefono, estaba apunto de hacerlo, estaba apunto de comprar mi viaje de Cancún a Madrid, me asfixiba una mezcla de emoción con nervios. Mis padres estaban dormidos como la mayoría de las personas, eso quizá también debía estar haciendo yo, pero esa madrugada me ha volcado la vida de una manera maravillosa, así que no, NO debía estar dormida. "Es ahora o nunca" me retumbaban mis voces internas, las escuchaba retarme "¿No que es tu sueño y lo que realmente quieres?", "hazlo, deja de pensar", " si de verdad quisieras te debería de dejar de importar todo". Esta última me caló hondo. Descolgué el telefono, era la hora.

La aerolinea que había encontrado era española y ofrecía compras telefónicas, pero por la diferencia de horario debía llamar en ese momento. Yo desconocia todo acerca de esta aerolinea www.pullmanturair.com/es, lo único que sabía era que pagar 231 euros por un vuelo a Madrid me parecía irreaaal, casí una estafa. Estaba en promo y esa plaza debía ser mia antes de que cualquier otra cosa pudiera suceder. Investigué un poco sobre la aerolinea y cuando lo hice, supe que todo estaría bien. Ahora hasta puedo recomendarla ampliamente, viajaran con puros españoles y el shock cultural lo vivirán desde las filas del aeropuerto a la hora de documentar su equipaje, así que para cuando pisen tierras españolas ya estarán bien aclimatados.

Tanto placer me dominaba que conocí el regocijo de un corazón envuelto en autentica felicidad. Me iba, me iba a hacer el viaje que anhelé. Era momento de embriagarme de libertad y vida, de llenarme de historias y sabiduria. Mi prioridad nunca fueron los destinos sino todo lo que me dibujaría el camino, eso era lo único que me hacia arder el alma e inquietar la sangre.

No sabía nada de este viaje, ¿a dónde voy? No lo sé, ¿cómo es? No lo sé ¿qué voy a hacer? Tampoco lo sé ¿dónde pasaré mis noches? No lo sé, ya me las arreglaré. Eso era lo único que tenía por respuesta, todas las preguntas que me hacía también quedaban libres de ellas. No quise buscarles respuesta aunque los nervios y la emoción me sofocaba. Me mantuve firme y dejé al factor sorpresa hacer lo suyo.

Viajé lento, con pausas  y poco dinero, llevándome de cada sitio la esencia de su gente, hospitalidad, cultura: su manera de vivir. También les pedí prestados los lentes con los que ven la vida para hacerme unos personales.  No prentendí conocer una gran cantidad de sitios en el menor tiempo posible. No se trataba de hacer una carrera para traerme las fotos en los monumentos europeos más emblemáticos. De hecho, a pesar de su belleza, no es eso con lo que me quedo, mis mejores recuerdos son aquellas conexiones mágicas que hice con las personas que coincidí, las nuevas familias que creé,  los reencuentros que tuve, las sorpresas,  las locuras de cada viaje, la sobrevivencia a la incertidumbre del día, las frustraciones, el cansancio, la diversidad de colores, olores y sabores, las muestras de cariño y confianza, la lluvia de inspiración que recibí.

Viajar haciendo couchsurfing, reencontrandote con amigos, haciendo dedo, blablacar, sin tiempos, destinos o itinerarios, puede y tiene sus complicaciones, pero sin duda fue la mejor manera en que pude haber hecho esta travesia europea. Yo me quedo con la sensación de que hice una corta vida  en cada lugar.

La realidad que viví durante esos dos meses fue tan significativa para mi que no me sentía capaz de escribirla, sino hasta ahora después de cinco meses. Ya les contaré en cada siguiente post un poco más...



Scarlet.

jueves, 4 de septiembre de 2014

La capital del arte urbano.


El día comenzaba a despertar, 7:00 am en el Bejuco.


Cambié lo estático por el movimiento, la computadora por la cámara, el piso por la arena, el techo por el sol y el aire acondicionado por el viento. Mi oficina se había transformado esa semana y estaba feliz con la idea; sin duda, la nueva oficina era mucho más rudimentaria, pero divinamente genuina, así como prefiero.

Era un lunes, recién comenzaba la semana y yo junto con ella. En ese momento me encontraba en mi ritual de transformación física para dar el noticiero matutino - y le llamo así porque de verdad siento que el poder del maquillaje y el peinado son más fuertes de lo que se pueda ver por fuera. Me hacen sentir que me alejo de mi por un momento, que me convierto en otra persona, en alguien que cuando lo veo al espejo no tiene mucha relación con lo que guarda adentro; es algo diferente a lo que acostumbraba, pero ya hasta disfruto jugar con toda esa magia – entonces estaba en ese lapso cuando, de pronto, me acercaron el teléfono. ¡Una llamada para mí! Era mi jefe - ¡por fin! - quería hablar con él y preguntarle sobre algunas cosas que necesitaba para continuar con mis labores.  

Pasamos varios minutos colgados al teléfono, entre indicaciones y propuestas,  todavía recuerdo la prodigiosa sensación que experimenté cuando articuló una palabra de cinco sílabas: “Des-em-pól-va-te” - así como en cámara lenta- me dijo cuando me dio la oportunidad de ser testigo del nuevo fenómeno artístico que ya se desencadenaba en el Bejuco, un poblado de la costa michoacana que había permanecido bajo las sombras del agobiante ruido de la nada y que pasaba cada día dedicando su belleza al mundo, pero sin ser reconocida ni contemplada por nadie.

Hacían falta testigos, exploradores, descubridores, artistas y emprendedores para dar a conocer el sortilegio que envuelve a este lugar. Los conocí a todos, sin dejar de admirarme por el compromiso social que cada una de estas personas tiene por impulsar el desarrollo cultural y turístico de esta comunidad, abandonando el interés por obtener los típicos beneficios materiales que tanto enloquecen al mundo, únicamente dejaban al desnudo la satisfacción que poseen por compartir y ser un agente de cambio.  Así… sin más.

Fueron cuatro los días que estuve en este poblado, documentando la conversión al color que vivía el Bejuco en cada una de sus fachadas. Eran 16 los artistas que recibimos, la mayoría de ellos provenientes de la ciudad de México, otros de Morelia y un par de Colombia. Una explosión de pintura y energía creadora estaba a punto de esparcirse por cada rincón, grano de arena y molécula de agua.

Pocos saben del vigor que estimula a las almas creativas, el sentir el cálido aliento del sol, las cosquillas de la brisa, el desenfado del viento y el olor a tropical bajo una atmósfera de color apasionado.

Cada mañana, tarde y noche nos reuníamos todos en el comedor de doña Iris para saborear sus platillos – y más vale que no olviden su nombre, porque ella y todos los dedicados al arte culinario del Bejuco son unos grandes maestros de la gastronomía costera- mientras la convivencia entre las almas jóvenes era desbordante. Realmente lo disfrutaba y sin pensarlo estaba teniendo la vida que buscaba. Todo se conjugaba en aquel momento.

Tenía al frente el océano como una pintura infinita y viva, me dejaba inspirar y aprender de otros artistas, mientras conocía y compartía con niños, adultos y gente mayor, respirando la pureza de ellos, y lo mejor de todo era que traía a mi mejor cómplice para registrar lo descubierto: mi cámara. Cada día me convertía en una afortunada.

Escuché varias historias con diferentes voces, conocí el compromiso y la solidaridad con diferentes matices, pertenecí a otra comunidad que vive con más bondad la esencia de la vida, vi otras combinaciones de colores y geometrías, gocé de los sabores y me volví parte de un auténtico proyecto que, sin duda, seguirá latiendo cada vez más fuerte.

Para los días 24, 25 y 26 de octubre estamos preparando el siguiente festival de policromía en el Bejuco Michoacán, pero en esta ocasión combinaremos el arte urbano con la música, competencias de boogieboards, rallyes de BWS y muchas otras sorpresas.  No puedo dejar de mencionar mi más grande admiración para la gente de la televisora michoacana Nuestra Visión que ha impulsado esta grandiosa labor social y que actualmente, funge como organizadora y patrocinadora oficial de toda esta revolución de color.

















sábado, 26 de julio de 2014

Si no existieran mares...


He pensado en escribir acerca de nosotros, en esa historia que quien la conoce lo domina, pero luego el miedo me detiene, tengo miedo de que nos enterremos en letras, de que en lo único que te conviertas sea en literatura divina y que ese sea el resultado de nosotros, de nuestro amor...

Scarlet.

viernes, 25 de julio de 2014

Marañas de una ducha.



Las gotas resbalando por mi piel blanca, el ruido golpeando contra el suelo y dirigiéndose sin opción hacia las rejillas de la coladera. Mis manos sobre mi cabello, oprimiendo suave para hacer caer el resto de agua que iba absorbiendo a cada instante. Mi mente viajando de un pensamiento a otro con la rapidez como de quien se siente perseguido por las ideas.

-"Son 50 euros más si quieres que alguien pase por ti al aeropuerto y te lleve hasta tu dirección"- recordaba algunas voces del pasado.

-"¿Cómo puedes viajar así sin ningún plan, sin ningún destino?, yo tengo que armar y tener un itinerario para sentirme seguro".

-"No me gusta perder el control de las cosas".

Así fui pasando de una voz a otra,  ese flash back me llevó hasta esta palabra en la que llevaba varios días pensando: seguridad.

Seguridad, seguridad, seguridad, ¿existe tal cosa?, ¿de verdad podemos estar seguros de algo en nuestra vida o es simplemente que nos gusta y nos sentimos cómodos con la mera idea de su existencia?

Fui tejiéndola y tratando de desenmascararla para después exponerla y liberarme de ella.

¿Cuánto determina nuestras vidas esa idea de poseer seguridad? Queremos estar llenos de certezas, sentir el control en nuestras manos, y no hablo del de la televisión, aunque ese también. Pero tenemos esa constante necesidad de tener seguridad sobre el mañana, sobre nuestro futuro y pretendemos evitar a toda costa el dejarnos sorprender por aquellos infortunios que no estaban dentro de nuestros planes.

Preferimos continuar con nuestra pareja aunque ya no estemos enamorados de ella, aunque ya lo hayamos perdido todo, porque ello nos representa seguridad. Preferimos recorrer el mismo camino que ya conocemos y que sabemos que por ahí seguro llegaremos a nuestro destino en cuestión, que arriesgarnos a tomar otro por el que quizá lleguemos más rápido o sea más lúcido. De esta manera dejamos de probar e intentar cosas nuevas, porque tenemos miedo de lo que pueda pasar, porque representa inseguridad, atrevimiento, pérdida de control, vulnerabilidad y descontrol, todo eso a cambio de algo incierto. Poco a poco dejamos de vivir, de probar, de inventar, de descubrir, de ganar, de aprender, de confiar en el hermoso rompecabezas que arma la vida para nosotros.

Buscamos la seguridad a toda costa, porque nos hace sentir que tenemos el control, porque nos sentimos protegidos y tranquilos: seguros. Seguros de que si estudiamos una carrera obtendremos un buen trabajo que nos permita tener una mejor calidad de vida, y por tanto, una mayor seguridad sobre el abastecimiento de nuestras necesidades humanas. Seguros de que si nos casamos, no volveremos a estar solos y tendremos seguridad sobre una vida sexualmente activa. Seguros de que si nos convertimos en lo que nos han enseñado y en lo que demanda la sociedad, no seremos rechazados, ni sufriremos por luchar a contracorriente.

Tanta es nuestra necesidad de tal condición que los perversos se han dedicado a mostrarnos la parte más sucia, revolcada, frívola, grotesca y peligrosa del mundo. Por lo tanto cuidarnos y escondernos no parece ser opción. Así, conscientes y atemorizados de la "obscuridad" en la que vivimos, pagamos el precio que sea con tal de sentirnos seguros.

Observando alrededor me di cuenta de que en el fondo de las cosas, más que productos o servicios, lo que nos venden son ideas, ideas sobre la seguridad.

"Si usas este perfume seguro conquistarás a la chico(a) de tus sueños"
"Si compras este tratamiento seguro bajas diez kilos en una semana"
"Si viajas con nuestra compañía te evitarás cualquier problema que pueda surgir: viajas seguro con nosotros"
"Si utilizas nuestros productos, olvídate de las imperfecciones en la piel"
"Si te tomas estás píldoras, seguro le dirás adiós al estrés"

Es así que poco a poco vamos comprando "seguridades", vamos comprando tranquilidad aparente. Nos sentimos tan frágiles, vulnerables y dependientes que no nos damos cuenta del estancamiento en el que estamos viviendo. Ser conscientes de esto, ya implica tomar decisiones acerca de la postura que queremos tomar al respecto, y sea esta cual sea,  ya estaremos dándole por nosotros mismos, la figura que queremos al barro fresco que representa nuestra propia vida. Eso nos convierte automáticamente en artistas de nuestra propia existencia.

Ahora que no tengo certezas recuerdo que nadie las tiene y que ese sin fin de posibilidades que se muestran delante mío no son más que visiones que quieren curar mi vulnerabilidad frente a lo incierto del mañana.

Terminé mi ducha y corrí por lápiz y papel...

Scarlet.


miércoles, 23 de julio de 2014

Tú: tu mundo.




Me gusta crear, inventar y jugar.
Me gusta creer que puedo y poder.
Me gusta sentir libertad y volar.
Me gusta coleccionar historias y sentir empatía. 
Me gusta leer y encontrar respuestas.
Me gusta la naturaleza y fundirme en ella.
Me gusta la magia de las conexiones.
Me gusta escribir y convertirme en letras.
Me gusta no tener certezas y dejarme sorprender.
Me gusta aprender y dejarme inspirar.
Me gusta despertar a mis sentidos y dejarlos reinar.
Me gusta la vida y sus enigmas.
Me gusta recordar quien soy y serme fiel.
Me gusta la profundidad más que la superficie.
Me gusta soñar y tener otra vida por las noches...

 Pero lo que más me gusta es tener miedo de olvidar la manera en la que quiero vivir mi vida, porque gracias a ese temor constante, voy cuidando y reafirmando a cada paso mi navegar por este mundo.

Scarlet.


lunes, 7 de julio de 2014

Capturing Images.


Los recuerdos análogos de una Fish Eye a la deriva.



Toda esa necesidad de control es pura ilusión, cuando te abandonas te conviertes en lo que eres en realidad.


No he estado en todas partes, pero están en mi lista.


Si no estamos preparados para equivocarnos, nunca llegaremos a algo original.



No pretendo mucho, pido andar liviana.



Paisajes, contemplación, corazón vivo, alma tranquila.


Amo la vida porque se que puede ser tan buena como la quieras hacer.


 Tener una colección de sonrisas, bienvenidas, despedidas, casualidades, destinos, caminos.


Aprendí a empezar a mirar siempre desde adentro para después poder apreciar la belleza que persiste afuera.


Scarlet.

martes, 24 de junio de 2014

Grandeza.



Iba en el camino pensando tantas cosas que al final me condujeron a estas palabras...

No nos hacen grandes las ciudades donde vivimos, el puesto, sueldo o grados académicos que tengamos. Tampoco nos hacen grandes la belleza física, la fama o el reconocimiento social. Para mi lo único que te hace verdaderamente grande eres tú mismo; el trabajo personal que hagas para ser feliz,  para dar lo mejor de ti, para estar en paz y armonía contigo mismo y, por consecuencia con el  resto del mundo para alcanzar los valores más grandes del ser humano: ser solidario, humilde, sensato genuino. Es el amor que le tengas a la vida para aprovechar tu tiempo y hacer de ella el mejor regalo que haya existido. Es dejarte sentir para contactar con tus sentimientos y emociones. Es el coraje que tengas para saber vivir, enfrentar, e incluso, saborear tus miedos para atreverte a luchar por lo que quieres, convencido de que no existe el fracaso y que sólo son los pasos que tuviste que transitar para alcanzar tus sueños y empezar a volar.  Es querer experimentar la vida, amarla por sus enigmas, lluvias y tornados.  Es aceptarte con tus carencias y virtudes, es buscar ser la mejor de ti: saber vivir por ti y para ti, para mi eso es GRANDEZA.

Scarlet.

martes, 3 de junio de 2014

Reajustes.



Se me olvidaba que la gracia de la vida es poder disfrutar de todos y cada uno de los sentimientos que pueden desembarcar en nuestro cuerpo como una aventura más.

Algunos me lo habían platicado, otros advertido, pero yo no quería adelantarme o predisponerme a que pudiera pasar. Pero así fue, en mayor o menor medida, me perdí no sé dónde, si en la mente, en el cuerpo, en otro mundo, en otro amor, en una burbuja o quizá en todos ellos. Materialmente estaba aquí, pero yo no lograba regresar. Me sentía ajena, perdida, retraída, fuera de mi.

Describir un coctel de sensaciones que me perseguían y no lograba identificar ni hacérmelas amigas, aún es difícil. Me desequilibraron o quizá eran parte del equilibrio mismo. Todas ellas eran tan diferentes a las que había conocido hasta ahora.  Eran tantas que se presentaron juntas y de golpe como gritando "sorpresa". 

¿A quién no le gustan las sorpresas? Al principio me alegré y disfruté de su sorpresa pero poco después se fueron cayendo los globos, las serpentinas. Se fue acabando la comida y los bailes. En algún momento desperté, confundida de saber qué había sido todo aquello. "¿Acaso el mejor de los sueños?, ¿una "probadita"?, ¿apenas un comienzo?, ¿un impulso?" pensaba... pero fue real, tan real como ver todo lo que había quedado tirado después de la fiesta. No sabía qué hacer, por dónde empezar a recoger, cómo acomodar todo, reajustar el camino y mis emociones. 

Es hasta ahora que comienzo a desalojar los espacios, a digerir la cantidad de estímulos que estuve recibiendo, a entender que me enfrenté a otros procesos, que se me insertó un "chip" nuevo, que crecí y que mis ojos y mi corazón ven y sienten diferente. Que me gusta pensar que soy un versión mejorada de mi. Después de que este frágil y humano cuerpo fue hermosamente bombardeado por una numerosa cantidad de estímulos, los tomo con cariño y con ellos vuelvo a encender la música de mi vida para empezar una fiesta nueva.

Scarlet.

lunes, 12 de mayo de 2014

El final del comienzo.



Dos meses, dos meses que se resumen a toda mi vida, dos meses de sueños vivos y almas completas, dos meses de crecimiento y aprendizaje: los dos mejores meses de mi vida. 

Estoy por concluir esta aventura que me propuse a realizar desde que tenía algunos trece años. Una oportunidad que busqué, ansié, soñé y por la cual lagrimee durante todo el proceso que viví para conseguirlo. 

Ahora lo he hecho, me he tatuado esta experiencia que hoy me ha motivado a conseguir otras, a abrir mi mente, a tener nuevos sueños, nuevos objetivos; a ser mejor persona, a tener más hambre de aprendizaje, a convencerme de que todo puede estar al alcance cuando se tienen ganas y coraje para hacerlo, a pesar de todo,  de todos. 

Son innumerables las cosas que me llevo y no hablo de souvenirs, hablo sobre la vida, el amor; sobre la felicidad, la solidaridad, las culturas, los lenguajes, las diferencias y similitudes, la historia, los sabores, las sonrisas, las personas. Son tantas que ni siquiera me siento capaz de enumerarlas todas,  pero a pesar de eso, todas y cada una están aquí conmigo. Y saber que son todas mías y que únicamente me pertenecen a mi, tal cual lo vi, lo sentí y lo viví, lo convierten en el tesoro más grande, porque ya me llenaron por dentro, ya son parte de mi y de aquí nunca podrán salir. Me acompañarán siempre y querrán andar por ahí recolectando más y más para enriquecerse y apapacharse unas con otras...

Scarlet.

martes, 6 de mayo de 2014

Turista o viajero.


Hace varios días me topé con una frase que me llamó la atención, ella decía: " no seas un turista, se un viajero". Debo aceptar que al principio me gustó y pensé algo tan coloquial como: "ahuevo,  no es lo mismo"  e inconscientemente al repetir esta frase subestimas al turista y te alzas la playera como viajero enorgullecido por la labor que implica ser uno de estos.

Pasaron los minutos y seguí reflexionando dicha frase hasta que llegué a otro punto en el que me reafirmé a mi misma lo siguiente: "a mi me gusta viajar, yo amo andar en el camino, pararme y contemplar, luego continuar y sentir libertad". Entonces concluí que no importa si eres turista o viajero, ¿Por qué seguir clasificando?, ¿acaso para sentirnos mejores?, ¿para así darnos el valor y esfuerzo que merece esta labor?... 

Por la razón que sea, creo que el punto medular es que si estás de turista o viajero, igual estás viajando y para mi en eso se concentra todo, es decir, si sabes adaptarte a nuevos climas, olores, sabores y culturas; si sabes abrazar los momentos, crear historias con nuevos personajes; si disfrutas y agradeces lo que tienes y valoras lo que te falta, si te sientes con hambre de aprender, de seguir creciendo como ser humano; si te haces amigo(a) de momentos inciertos, inseguros e inestables; si puedes dejar atrás las comodidades y cambiarlas por experiencias únicas o si estás haciendo lo que amas que es viajar y sólo te concentras en disfrutar de todo lo que ocurre en tu viaje... turista o viajero, a mi me da igual.

Scarlet.



sábado, 26 de abril de 2014

Palabras con fuerza.




Quizá fui muy ingenua al pensar que mientras viajaba podría escribir sobre mis experiencias, realmente así quería que fuera, pero ahora que estoy viviendo esta realidad, me he dado cuenta que me ha sido muy difícil hacerlo por muchas razones. Por un lado, tienes todo un mundo afuera esperando por ti y no quieres perderte nada, sólo quieres vivir y mandar al carajo todo. A mi cabeza llegan pensamientos como: " este es mi momento, al diablo lo demás, quiero disfrutarlo y no pensar en nada más, sólo VIVIR". Y así es como ha estado funcionando mi organismo y mente durante toda esta aventura. El tiempo es corto, y cada segundo es tan valioso que me resulta complicado tratar de hacer un espacio para darle vida a este "rinconcito" que he creado para refugiarme; muchas veces también se complica por las circunstancias, pues a menudo no dispones de las condiciones necesarias para hacerlo y menos cuando se trata de andar a la deriva viviendo el día a día.

Sin embargo, constantemente llega a mi la sensación de querer compartir y dejar un registro de mis experiencias y eso ha hecho que no me olvide ni un segundo de seguir adelante con la idea que tuve en un principio, me sigue como un "fantasmita" y cuando se presenta la oportunidad no dudo ni un segundo en aventar letras al viento y dejarla volar, por eso heme aquí.



En el primer post que hice acerca de este viaje "Ahí donde todo comenzaba", escribí acerca de la alemana que conocí en mi vuelo de Guadalajara a Cancún, en él comenté que nos despedimos esperando vernos en Alemania. Al principio pudo sonar a ese tipo de frases que uno lanza sin mucha expectativa, pero finalmente así fue.

Habíamos estado en contacto, pero me encontraba en Bruselas cuando recibí uno de sus mensajes preguntándome que si regresaría a Alemania. Le dije que sí, pero hasta ese momento en mis "planes" sólo estaba visitar Berlín. Le eché un vistazo al mapa, como ya era costumbre y me di cuenta que Munster, su ciudad, me quedaba perfecto de pasada y eso significaba una cosa: agregaría un destino más. El camino  ahora se pintaba así: Bruselas - Amsterdam - Munster - Berlín.

Le confirmé mi visita un par de horas antes de comprar el billete y tomar el siguiente tren de Amsterdam a Munster. Pasaron algunas tres horas cuando ella ya me estaba esperando en la estación central. En cuanto me bajé del vagón, la vi llegar de sorpresa acompañada de Malco, su mascota. Estábamos realmente felices de volver a encontrarnos y pasar algunos días juntas.

Como era de esperarse, fuimos juntas a recorrer la ciudad, me parecía hermosa, como todos los pueblos y lugares que ya había visto de Alemania, siempre resaltando el verde y los tonos ocres en sus paisajes. Mientras caminábamos yo continuaba amando respirar de buen aire, viviendo la tranquilidad, el orden y la elegancia. Charlamos, reímos, compartimos historias, ideas, similitudes y diferencias. La atmósfera fue perfecta, estábamos completas, vivas y creando una historia maravillosa juntas.

En algún momento de esa tarde lo único que me faltaba era un buen registro de ese día, es decir, sólo quería una fotografía que me recordara todo aquello que estaba viviendo, pero como no traía ningún tripie,  no muy convencida, le pedí a la primera persona que vi que me hiciera el favor de hacerlo. Minutos después, se nos acercó un señor también una cámara profesional, lo observé y vi su pinta de fotógrafo mientras nos preguntaba cómo había quedado la foto que nos tomó el extraño. Se la enseñé y como era de esperarse, la luz y la composición no era la adecuada, así que terminó proponiendo hacernos la foto que deseaba, por fin alguien que sabía iba a tomarnos la foto que esperaba y así fue. Finalmente el terminó haciéndonos una sesión de fotos a las dos durante aproximadamente una hora. Estábamos felices y no dejábamos de pensar en todas las situaciones extraordinariamente locas que en tan poco tiempo ya habíamos vivido.



¿Mi estancia?... fue realmente especial, me abrió las puertas de su departamento, de sus amigos, de su ciudad y en resumen fuimos como una familia durante un par de días que nunca olvidaré.


Scarlet.

jueves, 10 de abril de 2014

El rompecabezas más bonito.


Fotografía por: Aaron Kintzi.

Este texto lo escribí camino al aeropuerto de Barcelona. Iba pegada a la ventana sintiendo el fluir de estas sensaciones.

Todavía sigo sorprendiéndome por la rapidez con la que el ser humano puede adaptarse a diferentes condiciones, atmósferas y contextos. Cada vez que llega la hora de partir de una ciudad a otra, me doy cuenta de que estuve viviendo tan familiarizada con todo lo que me rodeó, que incluso puedo experimentar el sabor amargo de las despedidas y palpar la melancolía de dejar todo atrás para continuar. Es como si el mundo se resumiera a Barcelona, o el lugar que dejo, y no existiera ningún otro lugar en el mundo, simplemente porque no lo pienso, sólo vivo al día en el lugar que estoy, sin estar consciente que hay un mundo afuera de mi burbuja: lejos de mis sentidos. Y creo que lo mismo pasa cuando vivimos ensimismados en la cotidianidad, nuestro mundo se resume a lo que vivimos día con día, no hay más, puede ser el trabajo, la familia, nuestras relaciones, entre otros...

El punto es que tenemos que salir y dejar la zona de confort para descubrir esas realidades que están alejadas de la nuestra, y así abrir la mente, los ojos y el corazón hasta que todos esos pedazos de realidad que vas palpando entre sitio y sitio se vayan acumulando, uniendo y relacionando hasta ir abarcando franjas más grandes de mundo y aprendizajes, como en un rompecabezas. Con cada pieza unida la una a la otra, vas extendiendo tus alas, tu horizonte, tus ideas y tus sentimientos.

Scarlet.

domingo, 6 de abril de 2014

Amar por lo que es...



Tübingen, Baden-Württerberg, Alemania. 
Fotografía por: Aaron Kintzi.

Ahora que me encuentro de viaje personas cercanas a mi me hacen preguntas acerca de cada sitio que he visitado las últimas semanas, y así como nos han enseñado desde pequeños a emitir comparaciones, existe la curiosidad de saber cuál lugar es el más interesante, bonito, divertido, recomendable o simplemente el "mejor".

Nunca he estado de acuerdo con las competencias ni las comparaciones en ninguno de los aspectos de la vida, pero gracias a que tenemos estas costumbres tan arraigadas y tan bien aprendidas termino conflictúandome conmigo misma, debido a que yo también intenté hacer mis anotaciones mentales y sensoriales sobre cada lugar que he estado pisando con el fin de concluir, jerarquizar y resaltar la belleza, importancia o magnificencia de un solo lugar sobre los demás.

Encontrar respuesta definitiva para saber cuál lugar es el mejor o el que más me gustó, hasta ahora me resulta muy difícil, es como si me pusieran a elegir entre algún miembro de mi familia y me preguntaran:"¿a quién quieres más?"  o al menos así lo siento, pues me siento parte del mundo y creo que amo cada lugar por lo que tiene y por lo que no, por sus variaciones, por su gente multicolor, por sus aires, por lo que cuentan y han visto; porque cada lugar me deja una sensación distinta, una amistad nueva, una energía, un pensamiento, motivación o reflexión diferente; no mejor ni peor, sólo diferente. En formas variopintas esa diversidad crea un todo divino en la historia de esta aventura y de la vida en general.

Es entonces cuando me doy cuenta que la opinión que pueda dar o emitir acerca de cualquier lugar, cultura o nacionalidad, pueda resultar peligrosa para cualquiera que quiera apropiársela para emitir algún juicio o actuar en función de ella, pues hay una carga fuerte de significados de por medio en mi experiencia que moldean mi opinión. Porque a final de cuentas, no se trata de los lugares, pueblos, ciudades o países, si no de la manera en que nos toque vivirlos y estemos dispuestos a disfrutar de ellos.

Scarlata.


domingo, 23 de marzo de 2014

Ahí dónde todo comenzaba...



No sé por dónde empezar, me ha costado mucho trabajo ordenar mis sentimientos y pensamientos para darle el significado que posee el 'aquí  y ahora' de mi vida.


Me voy, me voy a vivir, me voy a encontrar, me voy a crecer, pero sobretodo, me voy a coleccionar historias, momentos y aprendizajes. Mi felicidad no dependía del destino, sino que lo englobaba un todo interrelacionado, es decir, la magnitud del significado que le estaba poniendo a mi viaje, cobraba su poder en mis ganas de tener esas experiencias que van implícitas a la hora de colgarte una mochila a los hombros y dejarte marcar por el ritmo del camino.


¿Are you ready for travel?

Unos días antes de partir a Cancún mi cuñada me regalo la blusa que enseña mi foto y sabía que con ella quería marcar mi partida. En el inicio sólo contaba con un billete con destino a Madrid, sin fecha de regreso; con la ausencia de itinerarios, reservaciones o planes seguros sobre el viaje. No había nada que no fuera ilusión, ganas, pasión y claro también un poco de nervios al no tener nada preparado, pero decidí que las certezas eran para otro momento.

Un día antes de llegar a Cancún no contaba con un lugar en dónde pasar la noche, así que por primera vez hice Couchsurfing. Oliver, nuestro anfitrión se ofreció a recibirnos en su departamento y ponernos a disposición una habitación con baño adornada por una vista preciosa al mar; todo eso a cambio de nada, así como suele hacerse en esta modalidad.

"¿No esto es increíble?", me lo repetía en mi cabeza a cada momento, lo estaba saboreando todo, pues para mi ya había pasado demasiado todo en un solo día.

Desde que cogí mi vuelo sola de Guadalajara a Cancún, me topé en la fila para subir al avión a una chica alemana que había venido a visitar a sus amigos, luego de haber estado 7 u 8 meses de intercambio viviendo en Guadalajara. Me senté con ella y en cuanto cruzamos el primer saludo, ya se abría camino a una larga, agradable e inolvidable charla. Ahí estaba ella, como mi primera experiencia. Nos platicamos todo sobre nuestras vidas durante el camino, estábamos llenas viajes, amor, vida, culturas y sueños. Nos reímos, bromeamos y de pronto ya se había convertido en alguien especial, pues ignauró mi viaje: mi momento. Fue parte de esas historias que el destino se arregla para poder contar y disfrutar.

A partir de ahí, hicimos un equipo, era como si viniéramos viajando juntas desde mucho tiempo atrás. Llegando al aeropuerto, tomamos juntas un camión con rumbo a la estación del ADO y nos despedimos esperando volvernos a encontrar en Alemania.

Oliver mi anfitrión, que hasta ese momento solo era un desconocido que se ofreció a recibirnos en su departamento, se dispuso a pasar por mi a la terminal para facilitarme la llegada hasta su departamento y así fue. Nos confío las llaves de su casa para poder entrar y salir cuando quisiéramos y yo me comenzaba a sentir como había anhelado gran parte de mi vida: al filo de la aventura mochilera...

Scarlet.







domingo, 16 de febrero de 2014

La voz




El camino nunca deja de regalarnos la siluetas más sublimes de la naturaleza.

Era domingo por la tarde y había quedado de asistir a la casa de una amiga para "dominguear" con una carne asada en compañía de otros cuantos. Ya era hora, crucé la calle y me dispuse a esperar el primer camión que me llevaría a tomar el segundo. No sabía exactamente dónde bajarme para llegar, así que con llamadas recibía indicaciones de mi amiga para evitar perderme en el camino. El camión siguió su curso y en algún momento, una voz desconocida me habló...

-¿Ibas a circunvalación no?- me preguntó de repente un muchacho que iba parado atrás de mi.

Su pregunta de primer momento me descolocó, pero creo no haber tardado tanto en contestar su interrogación.Volviéndome hacia él,  respondí...  

- Si, ¿por qué?- estaba intrigada, no dejaba de imaginar que había estado al pendiente de mis conversaciones los últimos 20 minutos del trayecto.

- Porque circunvalación es aquí- me lo decía señalándome la avenida con la mano.

Debo admitir que sufrí de un pequeño sobresalto al escucharlo, miré el semáforo y seguía en rojo. Aún dudando, decidí confiar en sus palabras, así que me levanté apresurada por salir, pero cuando logré acercarme a la puerta, el motor aceleró.  

- ¿Me puede bajar aquí adelantito, por favor? - Le pregunté al responsable del volante.

- En el siguiente semáforo- me dijo.

Me quedé ahí, parada alado de la puerta esperando bajar. Una vez llegando al semáforo agradecí la información al desconocido y desemboqué en medio de no sé donde.  Saqué mi celular para llamarle a ella, mi amiga, pero volví a escuchar esa voz. Me dí la vuelta y era él, otra vez. Aquello sólo significaba una cosa: el desconocido se había bajado del camión conmigo.

-¿Si sabes como llegar?- volvió a cuestionarme.

Mi cuerpo no me dejaba mentir, estaba perdida y la visión fatalista del humano contra el humano, le hizo una visita fugaz a mi cabeza. Encendí mis "foquitos" de alerta, pero sin mostrar nada que no fuera empatía. Sin pensarlo,   tímidamente se ofreció a dirigirme hasta mi destino y así fue.

- Yo sé lo que se siente perderse, me ha pasado muchas veces y no está padre - me lo dijo como explicando la razón de su acción. 

Decidí confiar en mi instinto, sus intenciones me olían a hospitalidad, una palabra en la que desde semanas atrás, había estado brindándome la inspiración para desarrollar esta cualidad en mi, de manera más consciente. 

Durante la caminata y el intercambio de palabras con él, pensé en lo importante que era para mi saber lidiar con este tipo de sucesos inesperados, pues con estilo de vida viajero y aventurero que he estado buscando toda mi vida, sabía que quería y me encontraría con este tipo de historias para coleccionar y compartir. 

Él se portó de maravilla, no me había equivocado, permaneció blando y dulce. Por supuesto yo, para amenizar el recorrido,  le saqué la plática que él no se atrevía a comenzar.

Estoy segura que todos tenemos historias dónde el humano no se viste de enemigo y por eso lo único que deseo decir con esto, es que el mundo aún es un buen lugar para vivir y tenemos que hacérnoslo saber.

-Te presento a mi salvador- le dije a mi amiga al vernos llegar...

Scarlet.